LIBROS

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viernes, 26 de abril de 2013

Mi primer Sant Jordi en Barcelona

 
 


     23 de abril de 2013. Sin duda, una fecha para no olvidar en mi vida. Sant Jordi. Barcelona. Día del Libro. Día de la rosa. Una locura, una riada de gente, una marea humana en busca de un libro y una rosa para regalar a algún ser querido. Stands flamantemente decorados para la ocasión. Una ocasión que, desde luego, lo requiere.
 
     Llegué al Passeig de Gràcia a las doce del mediodía después de un viajecito en el Euromed. Y lo primero que encontré fue la marabunta: un mega stand de casi cincuenta metros de largo en el que firmaban algunos de los grandes escritores de este país. Las colas para conseguir un ejemplar firmado eran de hora y media. Recorrer esos cincuenta metros me costó diez minutos. No había visto tal aglomeración de gente desde mi último concierto de Bruce Springsteen (precisamente, en Barcelona).
 
     Mi primer Sant Jordi. Y no como visitante, sino como participante. No en vano, iba a firmar ejemplares de mis dos novelas. Una histórica y otra costumbrista. Una en el stand de Ediciones Hades y otra en el de (In) Dependientes de ti, donde más de cuarenta autores (la mayoría de la Editorial Círculo Rojo), nos íbamos a reunir para tratar de dar a conocer nuestras obras autopublicadas.
 
     Ambos stands estaban ubicados en posiciones estratégicas más que interesantes. Barcelona tiene múltiples lugares donde perderse. El Passeig de Gràcia es uno de ellos, sin duda. El de Ediciones Hades estaba situado a pocos metros de la Casa Milà, más conocida como "La Pedrera". El de (In) Dependientes de ti, frente a la Casa Batllò. Ambas casas forman parte de la gran multitud de magnas obras del arquitecto Antonio Gaudí. Decidí que al día siguiente las visitaría antes de retornar a Gandia. Así lo hice. Y me maravillé. Pero eso ya lo contaré otro día.
 
     En mi visita al stand de Ediciones Hades puede saludar a compañeros literarios a los que sólo conocía a través de las redes sociales: el bilbaíno Asier Triguero ("Hijos del amanecer"), con el que tuve el gusto de compartir nuestra hora de firmas; Mamen Fernández ("Quiénes sois") y Andrés Hernández ("El camino de Don Fernando"), quienes venían de bastante más cerca; y Rosy Martínez ("El final de la historia: gigantes del sueño"), que vino desde Gijón. Pasé con todos ellos unas tres horas muy agradables. Y, por supuesto, pese a la dura competencia, firmé varios ejemplares de "El Círculo de las Bondades". 

 
 


     Sin solución de continuidad me desplacé al stand de (In) Dependientes de ti, donde iba a tener lugar la firma de ejemplares de "Almas Suspendidas", mi segunda novela. Allí ocurrió más o menos lo mismo. Pude saludar y conversar con compañeros y compañeras de aventuras literarias como Encarnación Alcalde Brotons ("Lo que el corazón esconde") y David Arrabal ("El final de todos los inviernos"), a los cuales he de agradecer públicamente el enorme trabajo realizado para hacer posible la reunión de todos los autores que allí estuvimos. Cabe recordar que nuestro stand fue el único de autores independientes en la Barcelona santjordiana de 2013.
 
     Con ellos acabé de pasar un día magnífico, cena incluida. También llegados desde distintos puntos de la geografía española, desde la propia Barcelona hasta Melilla, tuvimos ocasión de conversar sobre todo lo ocurrido durante esas diez horas que habíamos pasado juntos. Hubo tiempo para anécdotas, confesiones y hasta futuros proyectos colaborativos. Como curiosidad, coincidimos en lo lamentable que nos parece a todos el hecho de que la gente haga una hora y media de cola para que le firme un libro alguien que no es el autor. Todos sabemos de la existencia de los "negros", aquellos escritores que se dedican a escribir libros que luego firman celebridades televisivas que apenas saben hablar y, por tanto, no están capacitados para hacer algo más que dedicar y firmar el resultado final del trabajo remunerado al verdadero escritor, el que cobra por su trabajo y se queda a la sombra.
 
     Si he de poner una pega a la festividad de Sant Jordi es la imposibilidad de saludar a todos los compañeros que allí se dan cita. La concentración de todos los actos en apenas diez horas impide poder estar con todos aquellos "juntaletras" (dicho esto con todo el respeto, por supuesto) con los que uno quisiera. No obstante, es este hecho lo que le confiere ese carácter a Sant Jordi. Muchas personas, muchas rosas y muchos libros. Todos juntos. Hombro con hombro. Cara a cara. Libro a libro. Sant Jordi es algo único e irrepetible. No tiene nada que ver con las distintas Ferias que se desarrollan por la geografía nacional. Todo en un día: libro y rosa; rosa y libro. Literatura... Mi primer Sant Jordi. Y, ojalá, no sea el último.