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lunes, 10 de marzo de 2014

La victoria del ghetto. Marc Dvorjetski. Editorial Euros. 1974. Reseña





     Marc Dvorjetski fue uno de los ochenta mil judíos que poblaban la ciudad de Vilna, Lituania, en 1941. La denominada "Jerusalén lituana", auténtica metròpolis del judaísmo europeo, fue tomada por los nazis en junio de 1941. Como en multitud de ciudades polacas y del este de Europa la población judía fue confinada en un gueto. 

     La victoria del ghetto es el resultado de un juramento realizado por muchos judíos en aquella época: los que sobrevivieran a la barbarie nazi contarían todo lo ocurrido para que las generaciones venideras no volvieran a repetir semejantes atrocidades. Evidentemente, el título es simbólico, pues poco pudieron hacer los allí confinados para hacer frente a los alemanes. Sin embargo, a lo largo de los hechos reseñados por Dvorjetski subyace un ferviente mensaje de fe, esperanza y lucha.

     Médico de profesión, se ocupó de hacer algo más llevadera la vida de cuantos conciudadanos pudo atender durante los más de dos años que duró el hacinamiento en un entorno mugriento, gris y sucio. No obstante, lo descrito supone, en palabras de René Cassin, premio Nobel de Literatura, en el prefacio del libro, "un himno triunfal para la celebración mística de una epopeya gloriosa". 

     Aunque el gueto más conocido de la época (el de Varsovia) es bastante conocido gracias a multitud de novelas, ensayos y hasta películas merece la pena leer lo acaecido en otros recintos amurallados similares. Encontramos en este relato múltiples similitudes respecto a la capital polaca. Pero también aspectos diferentes que amplían nuestros horizontes y nos permiten ver cómo los judíos no reaccionaron de igual manera en todos los lugares que sufrieron las atrocidades nazis.

     Pese a que no hubo una sublevación como la de Varsovia sí encontramos en el relato de Dvorjetski las mil y una maneras de hacer frente a los alemanes. Figuras como Abba Kovner, Tenenbaum-Tamarov, Yehiel Scheinbaum, Glasmann o Wittenberg, líderes del movimiento resistente de Vilna, reciben aquí su particular homenaje, al igual que las mujeres participantes en los correos clandestinos gracias a los cuales la mayoría de los guetos de Centroeuropa estuvieron en permanente comunicación a lo largo de la guerra: Frumka Plotnitzki, Liona Kazibrodska y Tamara Schneidermann, entre otras muchas. 

     El bosque de Ponar, situado a escasos siete kilómetros de la ciudad de Vilna, uno de los lugares más hermosos de la zona, fue utilizado por los alemanes para fusilar y enterrar a multitud de judíos procedentes de la "Jerusalén judía" y de otros lugares de Europa. Precisamente en los bosques de los alrededores, muchos otros se unieron para luchar contra el gran enemigo. Incluso se constituyeron auténticas colonias judías clandestinas en ellos. El más conocido, el de los hermanos Bielski, llegó a contar con más de mil doscientas personas. El magnífico film "Resistencia", dirigido por Edward Zwick e interpretado por Daniel Craig y Liev Schreiber, cuenta la historia de este grupo comandado por Tuvya Bielski.

     Una particularidad tiene este aspecto de la lucha en el bosque: en la parte final de la guerra, cuando ya se veía que el poder alemán iba a caer con estrépito, soviéticos, polacos, lituanos y ucranianos también se echaron encima de los judíos refugiados en plena naturaleza. Su objetivo era muy simple: acabar con ellos definitivamente y, de paso, hacerse con los territorios hasta entonces ocupados por los nazis. Comenzó, así, otra guerra, totalmente desconocida por el gran público, en busca de poseer los territorios que iban a quedar libres de las huestes de Hitler. Y, nuevamente, los judíos iban a ser las víctimas inocentes de ella.

     En 1961 Dvorjetski declaró como testigo en el proceso de Adolf Eichmann, acusado de crímenes contra la Humanidad. Gracias a su testimonio (y el de otros testigos presenciales) fue declarado culpable y condenado a muerte. El nazi, que se declaró inocente porque "simplemente me ocupé de cumplir las órdenes de mis superiores", fue ejecutado en la prisión de Ramla en 1962.  

     La destrucción del gueto de Vilna, y del resto de los guetos europeos, hizo posible la edificación de la nación de Israel gracias a la voluntad de unos hombres que convirtieron la derrota y la muerte en el terreno de cultivo de una gran victoria histórica demandada durante años y años por todos los judíos del mundo. Eso sí, también fue el germen de una nueva guerra con el pueblo palestino, poniendo de manifiesto, una vez más, la terrible injusticia cometida por la comunidad internacional encarnada por la ONU. Pero esa es otra historia...