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miércoles, 1 de abril de 2015

El corazón de las tinieblas. Joseph Conrad. Alianza Editorial. 1997. Reseña





     Joseph Conrad fue un capitán de la marina mercante británica que siempre admiró la literatura. Tanto que finalmente se hizo escritor. Nacido en la Ucrania polaca de mediados del siglo XIX y huérfano de madre a edad temprana - algo que le marcó inevitablemente -, abandonó su casa para vivir en Francia y Gran Bretaña, cuya nacionalidad adquirió en 1886. A principios del siglo XX publicó su obra más conocida, El corazón de las tinieblas. Se trata de una novela inspirada en su viaje, de seis meses de duración, al Congo colonizado y explotado por Leopoldo II de Bélgica.

     Pese a que no cita en ningún momento de la novela el referido país ni tampoco a su explotador, la ambientación invita a pensar, sin posibilidad de error, que la localización y la trama de la historia ficticia narrada coinciden con los parajes por él recorridos tiempo atrás. Sin duda, el diario que escribió durante su estancia en el Congo le sirvió de mucho a la hora de dar vida a la novela que nos ocupa. Una obra en la que critica el expolio y la explotación africana por parte de las potencias europeas en nombre del progreso y la civilización. 

     A bordo de una embarcación en pleno Támesis, el capitán Charlie Marlow cuenta una de sus historias a sus cuatro acompañantes: el director de la compañía comercial, un abogado, un contable y un marinero cuya identidad se desconoce y que hace a su vez de narrador de la historia. Una historia que supone un viaje iniciático hacia el salvaje comienzo de los tiempos, dominado por el primitivismo, la frondosa y peligrosa selva, unos nativos espeluznantes y, lo peor de todo, una desesperante soledad. Y es que los personajes de las novelas de Conrad son solitarios, se hacen a sí mismos a través de una mezcolanza de miedo pero también de valentía - hecho este que puede obedecer a la manera de vivir la vida por parte del propio autor (huérfano de madre, como ha quedado indicado con anterioridad) -. La selva y lo inhóspito se encargan del resto.

     Y el resto es, básicamente, la eliminación de frenos morales, la barbarie y el horror. Porque El corazón de las tinieblas no es tan solo un viaje al Congo sino otro viaje paralelo al interior del ser humano alejado de la civilización. A un estado natural en el que las tinieblas, la maldad y las atrocidades pierden su sentido negativo en pos de extraer la mayor cantidad de marfil posible, lo cual debe acarrear, a la vuelta del infierno, un reconocimiento en su país de origen. Todo, por el poder y la gloria, está permitido.

     Los dos personajes principales de la novela - el capitán Marlow y el agente Kurtz - son parecidos en algunos aspectos y diferentes en otros. Ambos son solitarios, valientes, aventureros y, por todo ello, dignos de todo tipo de elogios. Sin embargo, sus formas de actuación, sus métodos, son diametralmente opuestos. El primero, recién llegado, todavía muestra signos de civilización y respeto hacia los indígenas. El segundo, tras varios años en la región, da claras muestras de haber perdido algo más que eso. El hombre que más marfil ha conseguido enviar a la metrópoli es odiado y adorado por igual, incluso por parte de los nativos, que le obedecen a pies juntillas. 

     El capitán Marlow llega al Congo - insisto en la localización pese a que la novela no hace referencia a él en ningún momento - con un contrato de una compañía comercial británica para buscar a Kurtz. Es un viaje peligroso en un viejo vapor medio destartalado que amenaza con dejar de navegar en cualquier momento. Una naturaleza salvaje, un calor sofocante, una suciedad que impregna el lugar y unos nativos que vigilan desde las orilas del río ¿Congo? otorgan a la narración altas dosis de inquietud. Hasta que llegan a la estación donde se encuentra el mejor agente de la compañía.

     Kurtz se nos muestra como un personaje enigmático. El narrador no es omnisciente sino simple observador, lo que crea dudas respecto a lo que nos cuenta. ¿Debemos creer a quienes elogian a Kurtz? ¿O tal vez odiarlo? Combina una demostrada gran valía y unos métodos salvajes hacia quienes le rodean. La locura y la avaricia le han apartado de la civilización a la que representa, arrojándolo en brazos de un primitivismo mucho mayor del que muestran los nativos a los que ha esclavizado. Toda la estación está sumida en la barbarie, el horror, las tinieblas.

     Y Marlow lo ve todo. Y no se explica cómo alguien tan válido puede llegar a cometer semejantes atrocidades. Su avaricia no tiene fin y solo piensa en "su" marfil, "su" estación, "sus" esclavos y "su" prometida. Porque todo es "suyo". Todo le pertenece. La relación entre ambos, sin embargo, será amigable y Marlow se debatirá entre los ataques al agente y una especie de lealtad que llegará hasta sus últimas consecuencias, comprendiendo que la locura es la verdadera causante de las obras del otro. Una locura que imprime a un lugar luminoso un carácter tenebroso...