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martes, 9 de junio de 2015

Bajo la estrella de otoño (Relato de un vagabundo). Knut Hamsun. Siglo XXI Editores. 2006. Reseña





     El escritor noruego Knut Hamsun, premiado con el Nobel de Literatura en 1920, está considerado como uno de los precursores de la literatura contemporánea. A lo largo de las décadas, ha sido homenajeado y ensalzado por autores como Thomas Mann ("Nunca se ha concedido el Premio Nobel a una persona tan merecidamente"), Ernest Hemingway ("Hamsun me enseñó a escribir"), Isaac Bashevis Singer ("Es en todos los sentidos el padre de la literatura moderna") o Charles Bukowski ("El mayor escritor que ha vivido jamás"). Por desgracia, su apoyo al régimen nazi durante la Segunda Guerra Mundial le hizo caer en el olvido.

     Hamsun fue uno de los pioneros de la literatura psicológica mediante técnicas como el monólogo interior y la corriente de conciencia. Sus obras vienen marcadas por la imprevisibilidad de la narración (y de los personajes principales) y la belleza y frescura de su prosa ( a veces, casi poética). Su estilo, a base de frases cortas, concisas y directas, es sencillo y carente de artificios. Y, sin embargo, la adjetivación es fiel y absolutamente didáctica. 

     Bajo la estrella de otoño (1906) es la primera parte de la Trilogía del vagabundo (completada en 1909 y 1912 con Un vagabundo toca con sordina y La última alegría). El protagonista, Knut Pedersen - verdadero nombre de nacimiento del autor -, decide abandonar su vida adinerada a causa de un desamor y buscar su paz interior en la naturaleza y los bosques de Noruega. Su decisión le convierte en un vagabundo que comienza a vivir episodios sin verdadero sentido específico. Vamos, como la vida misma. Se gana la vida de mil maneras y no le duele trabajar en los más complicados y sucios empleos con tal de ganarse el pan con el sudor de su frente.

     Narrada en primera persona, la novela supone una mirada lúcida de la Noruega de principios de siglo XX. Bosques, montañas, granjas, caseríos, palacetes y hasta cementerios constituyen los ambientes en que se desarrollan las distintas acciones. Todo ello, entorno a una hospitalidad por parte de los respectivos lugareños que invita al lector a darse una vueltecita por tan ricos y diversos parajes. Unos parajes que, cabe decir, conoce al detalle el autor, por estar próximos a su lugar de residencia en Noerholm. 

     Como he comentado más arriba, tanto la narración como Knut Pedersen son imprevisibles. Pedersen sufre neurastenia, enfermedad neurótica que le pone en riesgo cuando ejerce un gran esfuerzo mental. Algo que, por otra parte, ocurre demasiadas veces, como él mismo explica. Y es que reflexiona sobre cada hecho y suceso que acontece en su vida, lo que le obliga a esfuerzos mentales que le dejan agotado, física y mentalmente. Su insomnio no ayuda tampoco a que lleve una vida plena y sana. Problema que, aún en la actualidad, mucha gente padece en su vida cotidiana.

     ¿He dicho que el protagonista busca su paz interior y un sentido para su vida? Pues sí. Es cierto. Pero también lo es el hecho de que ese viaje emprendido supone un intento de huida de sí mismo. Otro rasgo más de imprevisibilidad. Sobre todo porque, en cada uno de los lugares por los que pasa siempre encuentra a alguna mujer de la que enamorarse. El amor se convierte en una necesidad. Y la soledad, en parte elegida, en su principal enemiga. Porque, sin duda, el hombre no fue creado para estar solo. 

     Knut es un manitas que está sobradamente preparado. Sabe hacer de todo y se defiende en todos los terrenos y situaciones. Es minucioso, ocurrente, inventivo y trabajador como el que más. No obstante, pese a ser detallista y desprendido con el género femenino en particular - y con todo el mundo en general - no es nada decidido a la hora de tratar de dar un paso más en el momento estrechar más sus relaciones con las mujeres. Lo cual le lleva a esa soledad de la que busca huir pero que es más fuerte que él. 

     La nostalgia, la ternura y la picaresca acompañan al lector a lo largo de este viaje hacia ninguna parte que suponen las andanzas de Knut Pedersen en Bajo la estrella de otoño (Relato de un vagabundo). Una novela psicológica que engancha al lector a pesar de su sencillez. Porque, a menudo, en la vida común de los mortales, la falta de un camino específico a seguir es lo que hace que todo valga más la pena y que la palabra libertad tome su sentido más pleno. Porque, como narra el propio protagonista de esta historia, prefería errar a la aventura y ser dueño de mí; hacer el trabajo que casualmente se presentase, dormir a la luz de las estrellas y ser para mí mismo un motivo de sorpresas... ¿Quién no ha sentido alguna vez en su vida semejante impulso a dejarlo todo y marchar sin rumbo fijo? ¿Acaso hay una mayor libertad en la vida?