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lunes, 21 de septiembre de 2015

Voces del gueto de Varsovia. Michal Grynberg. Alba Editorial. 2004. Reseña





     Voces del gueto de Varsovia es una recopilación de testimonios escritos por supervivientes de uno de los capítulos más estremecedores de la historia del siglo XX europeo y mundial. Hasta un total de 29 protagonistas de tan dramáticos acontecimientos desfilan por las más de 450 páginas que componen el libro. Su editor, Michal Grynberg, investigador del Instituto de Historia Judía de la capital polaca, seleccionó los textos y los ordenó cronológicamente y por temas para que los lectores pudieran contrastar las diferentes opiniones de cada uno de los narradores.

     El resultado es este relato coral, una crónica apasionada y terrible, que reconstruye la vida de los judíos de la Varsovia de la II Guerra Mundial. Desde agentes de la Policía de Orden Judía hasta miembros de la resistencia, pasando por relatos de mujeres y hasta de una niña de tan solo once años de edad, recomponen la memoria de un pueblo condenado a muerte por la infamia nazi. Se recupera, así, la identidad de una comunidad sumida en la miseria y en la desesperación, pero también tenaz y luchadora. El libro desgrana la historia de la degradación humana que padecieron más de quinientas mil personas en aquel infame gueto.

     Este desgarrador documento histórico se compone de diez capítulos, a través de los cuales asistimos a la progresiva e imparable pérdida de libertades de una comunidad acostumbrada a luchar por su supervivencia a lo largo de la historia, pero, por supuesto, nada preparada para afrontar el peor de sus martirios. La vida entre los muros narra los aspectos básicos de cómo fue su vida durante los primeros tiempos de la construcción del gueto. La solidaridad y la organización interna de las distintas asociaciones de autoayuda ocupan la mayoría de sus páginas, así como los personajes más conocidos de la comunidad y su impactante capacidad de amoldarse a las circunstancias. 

     La administración del gueto de Varsovia se ocupa del Consejo Judío o Judenrat, liderado por el ingeniero Cherniakov; de la Policía de Orden Judía, bajo la jefatura de Szerynski; de las relaciones entre la policía judía y la polaca, que casi nunca fueron del todo buenas, a no ser por repartirse el pastel del contrabando; de la prisión central de la calle Gesia, que tenía capacidad para unas seiscientas personas pero que acabó albergando a más del triple; y de las instituciones de Protección Social, que hicieron lo que buenamente pudieron ante tanta barbarie.

     Los capítulos 3 y 4, referentes a Las autoridades de ocupación y a La gran acción, ocupan un tercio del total de los testimonios. Narran la preparación y casi-consumación del intento de exterminio de la población del gueto. Son las páginas más sobrecogedoras del libro. Tanto que al lector le cuesta avanzar en sus páginas ya que debe buscar aire en otros lugares para dejar de lado tanta angustia. Se describen minuciosamente las actions, la Umschlagplatz o plaza de embarque desde la que salían los trenes destino al campo de Treblinka, la extremada crueldad de los agentes de la SS y también de los propios policías judíos, y la incesante búsqueda por parte de los pobladores del gueto de trabajo en las shops (fábricas) alemanas o de escondites en refugios, sótanos, azoteas, etc.

     El levantamiento se centra en un hito histórico: el gueto judío de Varsovia, casi sin fuerzas ni armas ni comida, aguantó hasta tres meses los asedios del mayor ejército del mundo en el momento. Pese a terminar por sucumbir ante el poderío nazi, la mayoría de los pobladores que todavía permanecían con vida después de más de tres años de encierro, demostraron su ansia de libertad y de justicia. El barrio fue literalmente borrado del mapa, y sus pocos supervivientes hubieron de permanecer encerrados en sus búnkeres durante días, semanas y meses. En el distrito ario se centra en la forma de vida clandestina de los judíos que consiguieron huir del gueto para esconderse en casa de amigos de la parte no amurallada de la ciudad. Algo que, en la mayoría de casos, costó mucho dinero, dilaciones, extorsiones y denuncias por parte de una población polaca que llegó a creer en la propaganda nazi, que aseguraba que los judíos eran los causantes de todos los males de Polonia.

     En la prisión de Pawiak es uno de los capítulos centrales del libro. Sus testimonios cuentan la falta de alimentación e higiene de los presos y de valores y escrúpulos por parte de los carceleros de las SS y de los ucranianos que les servían de ayuda en las tareas especiales. Tratos vejatorios y denigrantes, ataques con perros y palizas sin fin se convirtieron en el día a día de los presos. Recuerdos diversos componen el capítulo octavo. En él leemos testimonios de personas anteriormente antisemitas que, viendo las injusticias cometidas sobre ellos, se convierten en defensores y hasta ocultadores de judíos en sus casas; también relatos de fugados de Treblinka que vuelven al gueto para avisar a sus hermanos; y denuncias de la corrupción existente en las SS, donde algunos agentes hacían la vista gorda a cambio de algunas gratificaciones.

     La liberación describe cómo vivió cada uno de los judíos la llegada de las tropas soviéticas y el fin de la guerra. Sorprendentemente, no fueron mayoritariamente momentos de euforia, sino de aceptación de la triste realidad, de una nueva vida que debía comenzar desde cero, pero sin padres, hijos, hermanos y resto de familiares. Muchos de los supervivientes se vieron libres, pero sin familia, sin dinero ni posesiones y sin un lugar adonde ir. Que nadie pase jamás por una situación como esa. El libro finaliza con un capítulo titulado Apéndice biográfico de autores, en el que se explica la procedencia de los distintos testimonios aparecidos en las páginas anteriores.

     En definitiva, estamos ante un documento - o conjunto de ellos - de carácter histórico de primer nivel. Huelga decir que cualquier persona interesada en esta temática no debe dejar de leer un libro tan importante como este, al nivel de la magnífica Crónica del gueto de Varsovia, del historiador judeo-polaco Emanuel Ringelblum, también publicada por la misma editorial. Conocer la historia debe ayudarnos a no repetir los errores del pasado. Aunque, visto lo visto, tiene razón quien afirma que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra.